Un duelo se produce NO
SOLO por la muerte de un ser querido.
A lo largo de nuestra vida, las pérdidas
constituyen un fenómeno mucho más amplio, y para bien o para mal, universal.
Perdernos no solo a través de la muerte sino
también siendo abandonados, cambiando, siguiendo adelante. Incluyen nuestras
pérdidas renuncias conscientes o inconscientes de nuestros sueños románticos,
la cancelación de nuestras esperanzas irrealizables, la pérdida de nuestras
ilusiones, de nuestra juventud (que nos hacía creer que éramos anejos a las
arrugas, invulnerables e inmortales).
Todas estas vivencias
implican una pérdida, pero gracias a haber perdido algunas cosas hemos ganado
algunas otras.
No hay ganancia
importante que no implique de alguna forma una renuncia, un costo emocional,
una pérdida. CRECIMIENTO: Estas pérdidas forman parte de nuestra vida, son
constantes universales e insoslayables (no podemos esquivarlas). Y son PÉRDIDAS
NECESARIAS porque crecemos a través de ellas.
De hecho, somos quienes somos gracias a todo
lo perdido y a como nos hemos conducido frente a esas pérdidas. Las pérdidas
tienden a ser problemáticas y dolorosas, pero sólo a través de ellas nos
convertimos en seres humanos plenamente desarrollados. Se evoluciona y se
aprende desde las frustraciones. Nadie puede moverse hacia su madurez sin dolor
(que es algo distinto del sufrimiento).
Son experiencias
imprescindibles y parte de nuestro crecimiento.
No hay una pérdida que
no provoque necesariamente un crecimiento personal.
Nadie crece desde
otro lugar que no sea haber pasado por un dolor asociado a una pérdida.
Nadie crece sin tener
conciencia de algo que ya no es.
APEGO: Una pérdida
también se produce cuando decido dar algo mío.
En esta vida voy a
tener que deshacerme del contenido de mi taza para poder llenarla de nuevo,
como decía Krishnamurti, una taza solo sirve cuando está vacía.
Me enriquezco cada
vez que yo lleno la taza, pero lo hago también cada vez que la vacío y abro la
posibilidad a llenarla de nuevo.
Cuanto mayor sea el apego que siento a lo que
estoy dejando atrás, mayor será el daño que se produzca a la hora de la
separación, a la hora de la pérdida, a la hora de vivir el duelo, mayor será el
sufrimiento que padezca.
Mucha gente cree que
no aferrarse significa no amar o no comprometerse, es un concepto que no
comparto pero entiendo, aunque tiene el mismo sentido que pensar
(engañosamente) que si tu pareja no te da celos es que no te quiere. La manera de
no padecer “de más” NO ES no amar, “de menos” sino aprender a NO quedarse
pegado a lo que no está cuando el momento de la separación o de la pérdida nos
toca. La manera de disfrutar de esto es hacer lo posible para que sea
maravilloso, mientras dure.
AUTOR: Jorge Bucay
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