Nuestro origen nos viene dado por algo más grande que nosotros y nuestra humana comprensión, somos producto de miles de historias, de enlaces, de rupturas, de eventos afortunados, de pérdidas...
Y en cada uno de esos momentos se fue delineando la ruta para que al fin se cristalizara nuestra existencia.
Somos el resultado de todo lo anterior, pero cuando vamos como niños ciegos de amor todo nos sobrepasa y no hay elección...tenemos que crecer hasta llegar al Adulto, el cual empieza a elegir conscientemente qué tomar y que no tomar del Árbol familiar, diciendo a todo que Si!, qué significa esto?, que no excluyo lo que no me gusta, que no rechazo aquello que no quiero para mi, porque también es parte de mi historia y de mis memorias, también es un recurso que estuvo a favor de la supervivencia y fue necesario...
El Adulto le dice a todo que SI, pero renuncia a darle poder sobre sí mismo a que lo que lo limita, asumiendo que habrá que pagar un precio por ser él mismo...
¿Qué precio pagamos al crecer? Ser diferentes y sentirnos apartados o solos, pero si tenemos claro que pese a todo siempre perteneceremos a nuestro origen, de ese rechazo también podemos tomar el impulso y la fuerza para el éxito y el crecimiento...
Al final, si tenemos la suficiente fortaleza para superar esta crisis, la ganancia será para todos, el sistema familiar se verá enriquecido con las nuevas posibilidades que hemos aportado y nosotros habremos labrado nuestro propio camino al crecimiento y la realización personal.
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