sábado, 11 de enero de 2014

Libro "El Manantial no tiene que preguntar el camino" de Bert Hellinger

LOS ÓRDENES EN LA FAMILIA
Aquel que conoce los órdenes de la familia puede desplegarse en su familia de origen. 
También puede, en el momento oportuno, desligarse de ella para formar su propia familia y asumir la
responsabilidad por ésta. 
Este capítulo es una introducción a los órdenes del amor y muestra cómo la familia, conociendo esos órdenes, puede encarar incluso situaciones difíciles y golpes del destino.

El derecho de pertenencia
Quiero decir algo más sobre el orden en las familias. En los sistemas familiares reina en la profundidad una ley fundamental. Lo que exige esta ley se ve a través del efecto.
La ley dice: Todo aquel que pertenece tiene el mismo derecho a pertenecer. 
Cada uno, incluso los muertos. Porque los muertos no se salen del sistema, están presentes de una manera especial. 
Cuando los muertos fueron excluidos u olvidados y luego son nuevamente integrados a la familia, los demás lo viven como plenitud. Cuando están todos, los vivos se sienten plenos y al mismo tiempo libres.

¿Quiénes pertenecen al sistema familiar?
También quiero decir quiénes pertenecen al sistema familiar, es decir a quiénes también se refiere la plenitud. 
A la familia pertenecen los hermanos, vivos y muertos, los padres y sus hermanos, también aquí los vivos y los muertos. 
Y pertenecen los abuelos, a veces incluso algún bisabuelo, pero rara vez. Cuando una bisabuela murió en el parto siempre pertenece. 
Y pertenecen todos aquellos que hicieron lugar para otro en el sistema, por ejemplo un marido anterior o una mujer anterior de los padres o los abuelos.
Si todos ellos son reconocidos y yo les doy un lugar honroso en mi corazón, yo me siento pleno.
Así al mismo tiempo soy liberado de las cadenas del sistema. 
Ya no me encadena nada pendiente de solución. Los miembros de la familia me acompañan como una fuerza buena, pero ya no estoy atado a nada grave. Así entonces me puedo incorporar.
A menudo alguien también se siente atado a otros y debe concederles un lugar en su corazón, por ejemplo compañeros de infortunio que fallecieron. 
Eso se puede ver en los sobrevivientes delholocausto frente aquellos que murieron, pero también en soldados frente a sus compañeros caídos y frente a los enemigos caídos. Y se ve en los asesinos frente a sus víctimas.

Los malos y los buenos en la familia
Hay algo más para tener en cuenta. Algunas personas son excluidas de un sistema porque se dice que no son dignos, por ejemplo porque alguien es jugador, o alcohólico, u homosexual, o criminal.
Siempre que una persona sea excluida de esa manera, cuando algunos dicen "Yo tengo más derecho de pertenecer que él/ella", el sistema queda perturbado y presiona para lograr una reconstrucción y una reparación. 
Porque aquel que fue apartado o excluido de esa manera será imitado más adelante por un descendiente, sin que éste se de cuenta. Él se siente como el excluido, se comporta como él y a menudo termina como él.
Para esto hay una única solución. Es necesario volver a incluir en el sistema a aquel que fue considerado malo, y reconocer que él tiene el mismo derecho de pertenencia que los demás. 
Y hay que decirle: "Te hemos hecho una injusticia y lo sentimos".
Luego es posible ver que justamente de aquella persona que había sido excluida emana una fuerza grande y buena para los descendientes.
Esa persona se vuelve como un patrono para ellos.
En las constelaciones familiares se da asimismo la curiosa observación de que se pone de manifiesto que con relación a bien y mal en general es a la inversa de lo que se presenta. Aquel que se muestra como el bueno a menudo resulta ser el malo, y aquel que es considerado como el malo resulta ser el bueno, aquel del que emana una fuerza buena. 
Por ese motivo sólo es posible hacer terapia sistémica cuando los excluidos y los malos son tomados en el corazón y tratados con respeto. 
Lo extraño es que en el instante en que hago eso gano la confianza de todos los demás miembros del sistema. Instintivamente sienten confianza hacia mí. 
Sin embargo, si yo me pliego a la persecución y le digo a un cliente: Ahora dile a tu padre o al tío de una buena vez lo canalla que es, o al padre que abusó de ti que tipo tan ruin es, ya nadie del sistema siente confianza hacia el terapeuta. 
Las soluciones se logran sólo mediante el amor. Una vez comprendidas esas dinámicas, lo único que se puede hacer es trabajar anteponiendo el amor.

La perfección
La perfección es un concepto importante en la teología, en la enseñanza de las virtudes y en la espiritualidad. Pero yo he descubierto algo muy común acerca de la perfección. Comienza muy sencillamente.
En primer lugar es posible ver que una persona que rechaza a sus padres o que internamente los desacredita no está en claro consigo mismo. Está partida y se siente vacía. La persona que toma a ambos padres y a ambos les da la honra que les corresponde, y que a ambos les da un lugar en su corazón, esa persona está en claro consigo misma.
Es cierto, ¿cómo podría alguien estar en claro consigo mismo si rechaza a su madre o a su padre? Porque él es sus padres.
Ese es el comienzo de la perfección. Pero todavía no alcanza. La persona también debe conceder un lugar en su corazón a todos aquellos que pertenecen a su familia y a su clan, incluso a los muertos y a los excluidos u olvidados. 
Recién entonces es perfecto, y recién entonces es realmente libre, libre para su futuro.
Esa perfección concluye con el pasado. Los muertos y excluidos están en paz porque tienen su lugar en mi interior.
Me dejan en paz porque en mí tienen un lugar. Yo los puedo dejar en paz y, no obstante, siguen provocando un efecto, aún estando muertos.

Extracto del libro "El manantial no tiene que preguntar el camino" de Bert Hellinger.
Disponible en la Biblioteca de Descargas de la barra lateral.

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